"Resurrección: ¿hay vida después de la muerte?"
¿Qué ocurre cuando morimos?, ¿simplemente dejamos de existir, o sobrevivimos de alguna forma?, ¿qué es lo que nos convierte en seres consientes únicos? Es un problema tan complejo que la ciencia no ha logrado resolver...
Es curioso que cuando somos jóvenes, antes de cruzar la línea de la sombra, pensamos que la vida se trata de ganar más, es decir, de tener más coches, de ganar más dinero, de tener más experiencia, etc.; pero la verdad es que la vida se trata de aprender a perder porque es cierto que vamos perdiendo todo: a nuestros familiares, a nuestros papás, la vista, el pelo, etc.
Cuando se identifica que alguien ya superó por mucho la llamada, esperanza de vida, es complicado no suponer que en poco tiempo esta persona vaya a fallecer porque sabemos que así es la vida y la muerte y bueno, esto se origina ciertamente porque los humanos somos un animal más del reino correspondiente, pero somos los únicos que poseen consciencia de que en algún momento vamos a morir y eso, decía Freud nos hace vivir en la falta y siempre buscando algo, es decir, que con fumar, con comer, con hacer ejercicio, incluso con enamorarnos buscamos algo. Y por eso decía Octavio Paz, en uno de sus ensayos titulado “La llama doble” que “el ser humano en el momento en el que se enamora, tiene una visión de eternidad, se siente eterno”, esto quiere decir, que para el autor y para muchos otros, el amor te puede dar una sensación tan gratificante que no te la da nada más.
Esto refleja ese afán de trascender que tenemos los seres humanos porque como sabemos que se va a acabar, nuestra tendencia es querer dejar un legado, nuestra huella en el mundo y no conforme con eso, el hombre cree que hay algo más alla de la muerte, que seremos polvo enamorado o que regresaremos a la vida, incluso convertidos en alguna ave, animal doméstico o salvaje, etc. por otra parte también existe una sensación de lo irremediable, por ejemplo, Jorge Luis Borges se la pasaba hablando de la muerte y en una de las muchas entrevistas que le hicieron dijo:
"Tengo la confianza de que no haya ninguna otra vida y no me gustaría que la hubiera. Yo quiero morir entero. Ni siquiera me gusta la idea de que me recuerden después de muerto. Espero morir, olvidarme y ser olvidado''
¿La muerte es el fin, el silencio eterno, la oscuridad, la nada; o tenemos una chispa de interior que sobrevive a nuestro cuerpo físico? Los filósofos y los científicos se lo han preguntado durante millones de años, es el gran misterio que tarde o temprano todos tenemos que afrentar. Cuando nuestro cuerpo envejece y notamos que ya no reaccionamos de la misma forma que cuando teníamos el control absoluto de nuestros movimientos, esfínteres y demás, sabemos que nos quedan poco tiempo para llegar a nuestro último suspiro.
Pese al avance colosal de la Medicina, incluso en tiempos en los que los que ya hay turistas que viajan a otros planetas y los nanorobots operan sin necesidad de intervenciones quirúrgicas, el ser humano no ha podido controlar una de las fuerzas naturales que más miedo le causan: la muerte, conocida en México también como la fría, la calaca, la veleidosa, la igualadora, la tilica, la pelona, la catrina, la huesuda, la china hilaria, la coatacha, la cierta, la tiznada, la patrona, y muchos apodos más que forman parte de la idiosincracia mexicana. Sin embargo, a muchas personas les surge curiosidad saber si es posible la resurrección.
Los cristianos y los musulmanes creen que hay un cielo para los justos y un infierno para los pecadores, otras religiones ven la muerte como una transición hacia una existencia en un plano superior o hacia otra vida aquí en la Tierra; todas estas creencias tienen una cosa en común: que el cuerpo sólo es un recipiente para el alma y que el alma es eterna, esto es algo que muchos creen pero una forma de probarlo o refutarlo científicamente es crear modelos experimentales a través de la experiencia en la Medicina a través de lo que ocurre en los pacientes en estados de coma que se interpreta como una experiencia cercana a la muerte. Neurocientíficos, filósofos, médicos y demás enamorados de la ciencia intentan dar enfoques en que la conciencia puede seguir trabajando después de que el corazón deja de latir y mediante análisis rigurosos, algunos han llegado a la conclusión de que a nuestras almas les espera una existencia maravillosa fuera de este reino terrestre y de que eso es una realidad.
Desde los inicios de la Medicina, la ciencia ha analizado el fenómeno de la cesación de signos vitales en el cuerpo humano y la mejor manera de contrarrestarlos. El doctor Charles Kite, miembro de la Corporación de Cirujanos de Londres, es el responsable de la sistematización de experimentos sobre reanimación en 1778, fue el primero en intentar reanimar pacientes por medio de un generador electrostático que funcionaba con ayuda de una batería rudimentaria.
Remontémonos a principios del siglo XIX, momento en el que médicos rusos comenzaron a experimentar con pacientes para su reanimación por medio de enfriamiento con nieve y hielo para reducir el metabolismo. El procedimiento que se seguía era simple, se cubría el cuerpo de la persona con el agua en estado sólido o semisólido y se dejaba descubierta solamente la cara del paciente. Sin embargo, los médicos dejaron a un lado el hecho de que el órgano más importante que nos consolida como homo sapiens sapiens es precisamente el cerebro, por lo que la técnica fue un fracaso. El masaje cardiaco surgió en este siglo de descubrimientos y fue referido en un texto de 1871, pero hasta el año de 1904, el Dr. George Washington Crile, registraría exitosamente el procedimiento al ser aplicado a un paciente.
El especialista en cuidados a pacientes críticos y de urgencia, Sam Parnia, ha dicho públicamente que existen probabilidades esperanzadoras de revertir el proceso de muerte hasta en 24 horas después de haber fallecido un paciente pero que las técnicas de la ciencia médica actual no lo permitirían; y que esto tendría que analizarse ya para que pudiera verse materializado dentro de los próximos años. Sam afirma que en algunos lugares y con el equipo necesario, hoy ya es posible que el corazón del paciente pueda volver a funcionar desde un par de minutos luego del deceso hasta un día del mismo. Esta posibilidad da una luz para reanimar y salvar del vórtice de la muerte a muchas personas, pero también un dilema ético que nos remite a la eutanasia.
El dilema de “¿qué sucede con un humano después de la muerte?” sigue siendo un misterio insondable y ha sido motivo de polémicos debates y congresos científicos desde hace mucho tiempo, para otros, todo lo que se refiera a algo que se extienda más allá después de la muerte es tomado con gran suspicacia. Los estudios científicos, sin embargo, continúan para dar respuesta y arrojar una nueva luz al final del túnel, tal como se realizó en la Universidad de Southampton, en Inglaterra en el que investigadores pasaron cuatro años examinando a más de 2000 personas que sufrieron un paro cardíaco en hospitales de Austria, Reino Unido y Estados Unidos. Los resultados reflejan que casi el 40% de los pacientes que sobrevivieron al paro cardiorespiratorio dijeron haber estado hasta cierto punto conscientes, en el tiempo en que estuvieron oficialmente muertos.
Muchas son las anécdotas de pacientes que aseguran que después de sufrir un paro cardiaco o de estar en coma, pudieron sentir cómo abandonaban su cuerpo por completo y luego observar desde un rincón de la habitación o desde las alturas cómo los médicos lograban resucitarlos sin su aprobación o gracias a sus ganas de vivir y completar alguna cosa que no habían concretado. Esto bien puede ser interpretado como un recuerdo falso o una sugestión por parte de la mente del hombre, tal vez influido por mitos y construcciones ficticias que hay sobre el tema o por el estancamiento de la conciencia en la inconciencia, pero a pesar de que los pacientes estuvieron en un estado aparentemente inconsciente y muertos por tres minutos o en estado de coma, ellos describen en detalle las acciones del personal médico e incluso el sonido de las máquinas en el quirófano o sala.
Los doctores saben que el cerebro no puede funcionar cuando el corazón se ha detenido, pero en un caso a cargo del Dr. Sam Parnia, un paciente de 57 años resucitó y contó su anécdota del más allá, él parecía haber permanecido consciente por al menos tres minutos después de que el corazón dejó de latir cuando habitualmente, el cerebro deja de funcionar en no más de 20 o 30 segundos después de que el corazón se ha detenido.
De 2060 pacientes en total que sufrieron paros cardiacos y contabilizados en el estudio, 330 sobrevivieron y 140 de ellos fueron encuestados, de los cuales el 29% aseguró haber experimentado alguna clase de consciencia durante el período en el que estaban siendo reanimados. 13% de los pacientes dijeron haber sentido cómo se separaban de sus cuerpos, y el mismo porcentaje declaró que sus sentidos se agudizaban.
Ya se ha dicho que algunos pueden recordar detalles específicos, pero otros no, algunos aspectos se catalogaron como frecuentes en varias de la anécdotas de los pacientes, como la sensación de paz y tranquilidad inusual o de que el tiempo se congela o se acelera formando una dimensión desconocida. Cabe mencionar que varios recordaron haber visto la famosa luz, algo que describieron como “un flash de luz dorada o el brillo del Sol o una estrella gigante”. Otras experiencias que se registraron durante las entrevistas se describen como menos placenteras por haber experimentado una sensación de ahogo o de ser arrastrados a lo profundo del agua o a un pozo sin fondo.
El Dr. Parnia concluyó que muchas personas tienen esta clase de experiencias cuando están cercanos a la muerte, pero que las drogas o los sedantes utilizados impiden que las recuerden, y que la evidencia científica ha sido bastante ambigua y escasa al respecto.
Este estudio es diferente de muchos de los ya existentes sobre el tema porque se tomaron numerosos ejemplos y la muestra de estudio fue lo suficientemente grande, de modo que estos hallazgos tienen validez porque sugieren que quizás la consciencia después de la muerte es posible y sirven como impulso a futuras investigaciones en un área científica con todavía un toque de escepticismo.
El Dr. Robert Lanza en medicina y profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad Wake Forest de Carolina del Norte argumenta que los humanos creemos en la muerte porque "nos han enseñado a creer que morimos"; es decir, que nuestra conciencia asocia la vida con el cuerpo, y sabemos que el cuerpo muere, además de que creemos que la vida es solo la actividad del carbono y una mezcla de moléculas; vivimos un tiempo y después nos pudrimos bajo tierra.
El Dr. Lanza es creador de una teoría denominada biocentrismo o universo de la biocéntrica, en donde explica que la muerte no puede ser tan terminal como creemos, pues la biología y la vida originan la realidad y el universo, y no a la inversa. De tal forma que la conciencia determina la forma y el tamaño de los objetos que creemos que existen en el universo: Un niño observa el cielo y le dicen que ese color es el 'azul', pero se pueden cambiar las células de su cerebro para que vea el cielo de color verde o rojo. De lo anterior se puede afirmar que nuestra conciencia es la responsable de darle sentido al mundo, pero puede ser alterada para cambiar nuestra interpretación, visto desde el punto de vista de la biocéntrica, el espacio y el tiempo no se comportan de manera tan rígida ni tan rápida como nos presenta nuestra conciencia.
Por lo tanto, si aceptamos la teoría de que el espacio y el tiempo simplemente son “productos de nuestra mente”, entonces la muerte y la idea de la inmortalidad existen en un mundo sin límites espaciales ni lineales.
Los físicos creen que hay un multiverso en el que diversas variaciones de personas y situaciones existen y ocurren simultáneamente, es decir, que todo lo que puede suceder sucede en algún momento en todos los múltiples universos posibles, lo que significa que la muerte no puede existir en un sentido estrictamente real.
Según Lanza, que fue de los primeros participantes en experimentos de clonación, cuando morimos nuestra vida se convierte en una flor perenne que vuelve a florecer en el multiverso, pues la percepción humana participa en el comportamiento de la materia y la energía.
Los científicos creen que están cerca de resolver este enigma aunque discrepan sobre la respuesta: cuando pierdes la conciencia lo pierdes todo, la mente puede funcionar sin el cuerpo físico, la reencarnación es posible y a nuestras almas les aguarda un viaje maravilloso. Al final cada uno de nosotros descubrirá la verdad, ¿pero llegaremos a nuestra hora final conociendo nuestro destino?...
Sin lugar a dudas hay cosas que están fuera del conocimiento humano, y es quizás aquí cuando debemos de cambiar lo que sabemos por lo que creemos.