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"El color azul en la naturaleza"

Es fácil notar que arriba en el cielo nos cubre una vasta capa de moléculas que percibimos con un agradable y tranquilo color azul, producto del reflejo de la luz de los océanos, que son las tres cuartas partes del globo terrestre. Es también así sencillo ver que el logotipo de Facebook, Dropbox y Twitter son azules, los ojos de Hugh Laurie (el emblemático Dr. House), son ligeramente azules (con ayuda de manipulación de colores) pero, ¿por qué no hay seres vivos enteramente azules? Esto podría ser similar a preguntarse: ¿por qué los pitufos tienen ese color, en vez del amarillo, del rojo, el violeta, el rosa…?


La respuesta es que un pitufo amarillo sería como un patito, rojo sería como los pétalos de una rosa, violeta sería como un camote, rosa como un flamenco… no tendría nada de impresionante. Elegimos azul el color del pitufo porque es definitivamente el color más escaso de encontrar en las partes visibles de los seres vivos. Ya hemos visto mencionado algunos animales y plantas que exhiben ciertos colores, pero son pocos los que suelen verse azules: ¿por qué?...


Los Pitufos/ Columbia Pictures y Sony Pictures Animation


La respuesta la podemos dar desde la perspectiva de la biofísica, dicha ciencia considera la explicación física de los fenómenos biológicos, el que nos interesa aquí, es el fenómeno de la visión. La visión es un problema relacionado con la capacidad de un organismo de recibir y responder a estímulos relacionados con la fotónica, es decir, con la luz. Cabe recordar que el 2015 fue nombrado, en reconocimiento a los admirables y muy aprovechables fenómenos lumínicos.


Y bien, en tanto a la visión en los seres vivos, hemos de señalar que no es un fenómeno que todos los organismos tienen, y tampoco es una capacidad que exista desde que se originó la vida en la Tierra. Solo seres con órganos dotados de ciertas cavidades y células pueden “procesar” el espectro de la luz que los ilumina, y entonces entender colores, formas y texturas. Existen desde los ojos simples (como los que tiene un renacuajo, o un acocil), los compuestos (los ojos de una persona, o los de una mosca, que es un acomodo hexagonal de varios ojos simples), hasta los ojos “artificiales”, como la visión que se genera en el cerebro de los murciélagos cuando las ondas sonoras de sus chillidos (imperceptibles al oído humano por su elevada frecuencia) rebotan en los objetos del medio ambiente, exhibiendo su lejanía o cercanía respecto al animal.


Un órgano de la vista, es decir un ojo, es una cámara oscura protegida por una membrana traslúcida, esto es muy parecido al diseño de las primeras cámaras fotográficas (analógicas). La importancia de que la cámara esté lo más oscura posible, se debe a que se necesita absorber la mayor cantidad de luz del medio ambiente. Si fuera un poco blanca esta cámara, la luz rebotaría al incidir, y por lo tanto, no veríamos nada. También la curvatura del ojo sirve para ajustar el punto donde convergen los rayos de luz que inciden (punto focal, o foco); y la pupila, es un tejido contráctil que se cierra o abre (se dilata o se contrae) para reajustar cuanto sea necesario dicho punto. Se sabe que una deformación del glóbulo ocular, o bien un desplazamiento de la pupila, generan efectos negativos en la visión, como el daltonismo, la hipermetropía o el astigmatismo.



Para procesar la información de luz que percibe el ojo, se genera una reacción que viaja a través del nervio óptico y llega al cerebro. Luego corresponde al aspecto psicológico, la respuesta conductual sobre los estímulos provocados. Y de aquí que “de la vista nace el amor”: una rosa se ve hermosa y adorable por sus colores, pero una araña de lomo negro con franjas rojas, se ve peligrosa y uno tiende a acercarse a tocar las rosas, y a huir de las arañas. Podemos decir entonces que el color, no es más que la percepción de la vista de la luz cuando rebota en un objeto.


El tono de la piel de nuestros familiares y las personas de nuestro mismo origen resulta también así agradable, y sirve para que rápidamente los individuos se reconozcan y forjen alianzas. Los colores de los pétalos de las flores sirven de guía a los animales que polinizan dichas plantas. La tonalidad reforzada de ciertos colores en ciertos animales sirve para seleccionar a los más aptos y que las especies busquen a la pareja más apta durante los periodos de apareamiento. Este es el efecto que producen los pavorreales machos, que alzan sus plumas a la vista para lucir increíbles colores y formas, incluidas tonalidades azules. Pero no es que las células de sus plumas sean azules en sí, sino la manera en las que están dispuestas entre sí para lograr ver ese color. En general, la belleza de un ser vivo no reside meramente en las moléculas que lo conforman, sino en la configuración de éstas. Es como en el caso del mineral producido por el carbono cuando se une a otros carbonos en ángulos oblicuos, formando grafito; pero si el carbono se alineará perfectamente a ángulos rectos, formaría un diamante.



Lo que hace verde al tallo y hojas de las plantas son moléculas de clorofila, que a su vez sirve para fijar luz solar y realizar la fotosíntesis. En los animales, las moléculas de la piel dan tonalidades grises, rosas, amarillentas y pardas. Sin embargo, el azul es muy inusual porque la mayoría de los miembros del reino animal no poseen la capacidad de almacenar células que puedan reflejar esa tonalidad de luz, entonces la intención de que este color exista en la naturaleza pudiera ser simplemente de atracción; reafirmando así la estrecha relación entre el color y la apariencia.


Las tonalidades de los pelajes y plumajes casi siempre tienen una razón para los especímenes, por ejemplo, ya había mencionado que en el momento de selección de pareja, pueden adquirir colores brillantes y luminosos por el periodo de apareamiento y la necesidad de atraer al sexo opuesto. O por lo menos, así el cerebro interpreta los colores.


Así pues, damas, luzcan ese delineador azul, y caballeros, pónganse una buena corbata azulada. Resulta un poco irónico que en los animales emplumados y con pelaje, los colores y detalles morfológicos son altamente resaltados en los machos y menores en las hembras; en el caso de los humanos, son las mujeres quienes se tienden a arreglar más que los hombres. Quizás si la ropa jamás se hubiese “inventado”, el vello que lucirían los homínidos más desarrollados tendría colores especiales en temporadas de apareamiento. Como no es así, ahí les va un tip: aprovechen la temporada otoño-invierno de su proveedor de ropa.

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