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"El porqué del envejecimiento"

Muchas veces cuando escuchamos la palabra “vejez” o “anciano”, lo primero que viene a nuestra mente son las arrugas y las canas. Esta etapa del ciclo vital es para muchas personas preocupante porque ya no se verán como antes, y perciben que su imagen pública será más difícil de manipular, además de que, durante la misma, inician los sentimientos de culpa por los momentos no vividos, por las decisiones no tomadas.


Por esa razón, las personas suelen recurrir a ciertas cirugías para intentar evitar el proceso de envejecimiento que, dicho sea de paso, no es más que un proceso biológico complejo que, hasta ahora, no se puede eludir porque es difícil determinar una sola causa con exactitud de su aparecimiento. Sin embargo, muchos estudios científicos se han enfocado en tratar de determinar el origen y el porqué de la etapa que nos acerca al final de nuestra existencia, pero el inicio de nuestra reincorporación al universo.




Un neonato envejece cada día. Nuestro cuerpo está compuesto de células y todas tienen un ciclo de vida definido. La esperanza de vida de las células depende del desgaste al que se enfrentan. Por ejemplo, las células del interior del aparato digestivo, que están en contacto con ácidos y enzimas, viven alrededor de cinco días; las células de la piel, que están expuestas a los agentes del medio externo, se regeneran totalmente cada dos semanas; los glóbulos rojos, que viajan muchos kilómetros por el torrente sanguíneo, viven unos 120 días; las células del hígado, que procesan los tóxicos, están en combate entre 300 y 500 días; y las células de nuestros huesos se renuevan cada decena de años, de modo que nuestro cuerpo en promedio se sitúa en la infancia, aunque nuestra edad cronológica sea cinco o 10 veces más a una edad promedio de 10 años de edad.


La respuesta a por qué envejecemos ha generado, por antonomasia, varias teorías que pretenden explicar el origen biológico y evolutivo. No obstante, existen tres principales respuestas que son reconocidas en diversas dependencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y son la teoría de la pleiotropía antagónica (genes benéficos durante el desarrollo se vuelven perjudiciales en la vejez); la teoría del soma desechable (el gasto energético del organismo se deposita en la reproducción o el mantenimiento de las células somáticas), y la teoría del daño oxidativo y los radicales libres.


Cada una de estas teorías revelan un factor del origen del envejecimiento; por lo tanto, se ha llegado a pensar que si las teorías se mezclan, pueden acercarse a la realidad. Cabe mencionar que la que más ha recibido atención ha sido la de los radicales libres y el estrés oxidativo, que refiere a la acumulación del daño causado por la respiración, la producción y acumulación de radicales libres. Sin embargo, diversos experimentos con ratones logran percatar que dichos factores no son del todo la causa de que no podamos ser jóvenes por siempre. Pareciera que, en efecto, no podemos evitar que cada día que transcurre seamos más viejos que el anterior.




Otras instituciones de índole internacional dan a conocer dentro del proceso biológico relacionado con los genes un factor probable de la causa del envejecimiento: los telómeros cortos (estructuras en los extremos de los cromosomas que con el tiempo se empiezan a acortar, y en consecuencia de esto el organismo envejece).


El Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de Madrid, hace hincapié en que las células, al momento de que se están dividiendo para dar lugar a nuevas células, van transmitiendo un DNA dañado e incompleto debido a la pérdida progresiva de unas estructuras protectoras del DNA (telómeros). Por consiguiente, cuando los telómeros se acortan por debajo de una longitud mínima, las células interrumpen su ciclo y dejan de regenerar los tejidos, produciéndose así el envejecimiento de las células.


Existe además una enzima, la telomerasa, que contribuye a este proceso, provocando que los telómeros se alarguen. Por su parte, la ribonucleoproteína es la encargada de sintetizar las secuencias repetitivas de los telómeros estabilizando la longitud, siendo la responsable de la extensión y mantenimiento de éstos, ayudando así a la prevención de la degradación en los cromosomas involucrados del proceso de envejecimiento.


Así, la persona que está presenciando este proceso también es más susceptible a otras enfermedades desencadenadas por los telómeros cortos. Por otra parte, cuanto más largos son los telómeros, más puede multiplicarse una célula y por lo tanto el organismo se mantiene joven durante más tiempo.


Una célula de la línea germinal (contienen el material genético que se va a pasar a la siguiente generación) tiene la telomerasa activa y, por tanto, la longitud del telómero permanece constante durante sucesivas divisiones celulares. En la célula somática (forman el crecimiento de tejidos y órganos de un ser vivo, procedentes de células madre) se reduce el largo de los telómeros y cuando su largo llega a ser más pequeño, la célula entra en crisis y muere.


Por lo tanto, no sólo en el proceso biológico interviene en el envejecimiento; otros factores son los que se toman en cuenta para poder determinar la generalidad de dicho proceso.



En Londres se hizo un estudio donde se demostró que la vitamina D que produce el cuerpo, con la exposición a los rayos solares, podría ayudar a reducir el envejecimiento de células y tejidos y a protegernos contra enfermedades. Dicho estudio revela además que las mujeres tienen un nivel más alto de vitamina D que los hombres (En México la esperanza de vida en las mujeres ha aumentado considerablemente más que la de los hombres; en 1930 las personas vivían en promedio 34 años; 40 años después en 1970 este indicador se ubicó en 61; en el 2000 fue de 74 y en 2014 fue de 75 años).


Tal estudio dio a conocer también que las personas con un nivel más bajo de dicha vitamina tienden a tener más debilidad muscular y a perder masa ósea. Se demostró, por su parte, que las personas con menores cantidades de vitamina D pueden envejecer más rápido que las que tienen una alta cantidad. Por ello, no olvides que esta vitamina se puede obtener del salmón, del atún, hígado de res o también champiñones.


Seguramente se preguntarán si el colágeno, la vitamina E o incluso la elastina, son factores antienvejecimiento. Definitivamente, la elastina está presente en todos los procesos en que están implicados los tejidos conjuntivos o conectivos (tendones y ligamentos, vasos sanguíneos, amígdalas), y se une al colágeno para otorgar características útiles a los tejidos. Así, ésta cobra un mayor protagonismo respecto a su acción sobre la piel, por lo que la piel se ve directamente afectada por la cantidad y calidad de la elastina que contiene.


La piel es más elástica de manera que la conserva con una textura gomosa que mantienen la piel firme y con buen aspecto. Y la vitamina E, así, también está relacionada con éste proceso. Su acción antioxidante, rejuvenecedora y protectora de los radicales libres sobre el cutis se traduce en un temporal retardo del envejecimiento de las células de la piel. La vitamina E es una proteína fibrosa insoluble que se caracteriza por contener grandes cantidades de una estructura regular formando un cilindro de una gran longitud. El colágeno, en tanto, se encuentra en todos los tejidos que nos sirve de armazón de sostén como el cartílago, el hígado, la piel, los pulmones. Cabe señalar que se puede obtener de aceites vegetales, nueces, semillas, hortalizas de hoja verde, o bien, ya hay comprimidos de vitamina E.


Se sabe que todavía no hay una causa exacta del origen del proceso de envejecimiento; sin embargo, instituciones siguen empleando investigaciones, para poder determinar el origen y poder entonces plantear: ¿Qué pasaría si nunca envejeciéramos o si la muerte no existiera?


Los 9 culpables del envejecimiento

¿Podemos hacer algo para no envejecer? Realmente poco. No obstante, podemos hacer muchas cosas para llegar a la vejez con plenitud. La clave parece estar en buenos hábitos de conducta: evitar el tabaco, no consumir alcohol en exceso, evitar exponerse mucho a los rayos Ultravioleta (UV), no consumir alimentos chatarra, hacer ejercicio cotidianamente y mantener la mente activa para finalizar nuestro ejercicio de consciencia vital. Lo cual implica poner algo de nuestra parte, y no refugiarse en productos y recetas milagrosas que la publicidad nos mete para “conservar la salud y la juventud” sin esforzarnos.


No se trata sólo de vivir más años sino de vivirlos con responsabilidad. Ya lo dijo Freud: Si quieres vivir, prepárate para morir.


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